Bebí un sorbo de agua de olla y nado dentro de mi boca la hoja de pez que aleteaba contra mi paladar sediento.

Acogió mi mente entonces el recuerdo de tu lengua vivas y altanera por la cual se caracterizaban tus besos doncella.

Así caminaba sobre aquel arco iris que se formaba con la idea de pasta y mi negación diaria a usar corbata por temor a colgarme de la misma en la siguiente esquina caníbal.

Por eso esta ocasión prefiero desafiar de un mordisco a la textura pajonal de tu cuello atorrante, para así salpicar con malicia entera a todos los parias.

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