Y te dije ¡hola!, apenas con mi primera mirada.
Dado que a contramano mi cabeza detonaba la carga contenida producto de todas aquellas idas y venidas que llegarían con el tiempo.
Me dije luego aquello que hasta ahora callas y que no compartes a pesar de tildarme de poseedor de todos tus accesos.
Voy a frío y amanezco guindado de los ritmos vibrantes que en mí dejas al transmutarte en sirena.
Moribunda, repose en tu boca y me convertí en canalla para regresar a beber de tus fuentes escasas…